Lo más bonito de Betty es que una editorial independiente, pero descarada, como Hoja de Lata, haya conseguido resguardarla en su catálogo; hasta aquí la parte afable, ya que esta novela es desgarradora, aunque no esté exenta de escenas tiernas. No hay duda que nuestra Coordenada, Oscuridad Moral, nació para auscultar obras de este calibre.
Betty es una de las novelas del año, vamos a decirlo desde el principio. La autora recurre a una historia familiar, la de su madre; Betty nace en el seno de un matrimonio formado por una muchacha de campo del Medio Oeste y de un muchacho de origen cheroqui, estamos en los años 50 y esto supuso un agravio para los padres de ella. Betty es la quinta hija, y la que más parecido físico guarda con su padre. Esto le hace padecer el racismo inherente de compañeros, profesores… en carne propia, pero esta no será la batalla más dura que tendrá que superar, ya que, a medida que crezca, deberá lidiar con los fantasmas y pecados (originales) que cohabitan en su casa. Algunos los descubrirá, otros le serán contados o escupidos, otros le serán llorados y otros la atropellarán.
Las atrocidades que leeremos quedan algo apaciguadas, gracias a la narrativa holística del mundo que los hijos reciben de un padre que quiere inculcarles una cosmovisión propia de sus antepasados, pero llega un punto en que nada puede cubrir el sumidero de la inclemente realidad.