El título de esta novela no juega al despiste, igual que tampoco lo hacía el título original, Brood (traducción literal: Nidada).
La autora de esta primera e inusitada “rara avis” literaria ahonda en la vida de cuatro gallinas. Sus dueños son una pareja que vive en una casa en el campo, en lo que parece un interludio vital en suspenso. Con cada detalle que conocemos de las gallinas, se desprenden migajas de los temores, afrentas y duelos que pesan sobre ellos. La maternidad, la amistad y la frugalidad, también son temas a los que se les va hincando el pico.
Polzin nos ata en corto; ofreciendo al lector en todo momento un ratio de visión muy acotada y planos muy sucintos y focalizados, llegando a ser, en cambio, prolija en detalles. Y esto, en contra de lo que podría parecer, funciona. No hace falta decir que las argucias y la elegancia son claves para lograr tal fin. Me atrevo a decir que hay un pretendido ejercicio de mimetización con la realidad de las propias gallinas, ya que estas solo pueden vivir en un liviano y obcecado presente, y su visión solo obedece a estímulos muy concretos.