Con la edición de Historias del Arcoíris, Pálido fuego aviva un poco más un catálogo que comienza a prender con orondos chispazos.
Historia del Arcoíris (Rainbow stories) es una antología de relatos escritos en 1989 por William T. Vollmann, un autor que con los años sería honrado con el National Book Award (2005) a merced de su obra cumbre hasta la fecha, Europa Central. Pero volvamos al primero, cuando estos relatos vieron la luz, Vollmann sólo contaba 30 años; aún así, el autor angelino ya se atrevía a reclamar a la literatura posturas con las que ésta no estaba acostumbrada a bregar.
Los textos que engloban esta obra nos abren las puertas al terror soportado por los pacientes abatidos, que transitan por las líneas de los hospitales pintadas de diferentes colores en función del grave diagnóstico que hayan recibido. Después pasamos a ser reclutados por un grupo de skins que ha vivido tiempos mejores. Y, de pronto, un espectacular relato kafkiano, donde Vollmann da muestras de atestiguar unos recursos literarios casi insolentes; durante 30 páginas nos sumerge en la torrencial historia de un hombre que se entrega por completo al amor con un vestido verde, siendo ésta mucho más reveladora que la mayoría de las que comparten dos seres humanos como protagonistas. No contento con esto, Vollmann nos brinda nuestra propia travesía del desierto a lomos de unos asaltadores de caminos místicos, los Thugs, que causaron el terror durante el siglo XIX en el desierto del Thar (India). En otro, se reinventa el mito de Dr Jekill & Mr Hyde con un declinar posmoderno y tardocapitalista.
Vollmann arremete con un estilo con el que se siente especialmente pródigo, el hack periodism, un híbrido perfectamente sintetizado entre la crónica bohemia y la ficción. Cuando lo pone en práctica en los viajes al fin de la noche sanfranciscana, el libro vive sus capítulos dorados. Fruto de esta forma de narrar, sabemos incluso, como una herramienta narratológica más, el precio que le ha costado cada una de las historias que salen de la boca -en forma de confidencia- de los peones de la lobreguez.
Aunque del mismo año que Jonathan Franzen, los lazos literarios de Vollmann se tejieron en un cadencioso paralelismo a los de David Foster Wallace, que precisamente en aquel mismo año sacaba a la palestra otra recopilación de relatos, con relevantes y nítidas conexiones de estilo y trasfondo con el libro que nos ocupa: La niña del pelo raro.
Vollmann y Foster Wallace estaban presentando dos obras desafiantes. Dada la juventud de ambos, quizá podría parecer que estamos frente a dos libros que destilan más alarde y transgresión que fondo, pero puedo asegurar que ninguno de los dos está exento de profundidad y consistencia. En el obituario que escribió Eduardo Lago en El País a raíz de la muerte del segundo (2008), éste hablaba de “la prosa tentacular” que han esgrimido estos dos autores en sus carreras literarias, donde han tendido siempre a embestir con una “portentosa diversidad de registro por medio de un lenguaje en estado de permanente incandescencia”. Estos dos libros catapultaron dos carreras literarias de suma relevancia para una generación y forjaron el estilo que les haría célebres.
Texto escrito en 2014