A sus cuarenta y tantos años, en búsqueda de empleo, con tres novelas en el cajón y un nuevo libro de cuentos que conforman un mismo universo, el escritor y guionista de cómics Sergi Puertas solo recibe el silencio por parte de las editoriales. Decide, un buen día, parapetarse tras la identidad de una joven de veinticinco años, Silvia Marinosa, para intentar que su libro llegue a publicarse. Al tiempo, recibe una extraña oferta laboral de una escuela de formación. Será formador en un aula de aprendizaje de páginas webs solo si, como autonomo, factura a la administración y le devuelve la mitad de lo facturado a la empresa que le ofrece trabajo.
Con esta premisa, Sergi Puertas ha escrito uno de los libros más singulares, osados, irónicos y contestatarios de los últimos tiempos. Una crónica que combina su incursión como trabajador en la corrupción de los centros formativos privados y su correspondencia por correo con decenas de editores que tratan con la obra de Silvia Marinosa. Su denuncia de las estafas a la ciudadanía que se articula con los fondos europeos se mezcla con un retrato brutal de la trastienda del mundo literario.
Sergi Puertas, a modo autobiográfico, se sumerge en la desesperación del ser humano contemporáneo en un mundo de ansiolíticos, abusos laborales y la eterna recomposición cuando te levantas por la mañana. El protagonista muestra una entereza, dignidad y creatividad asombrosas para seguir haciendo camino. Se preguntarán la comunidad lectora sobre la ética de esta treta metaliteraria, en la que el autor se refugia en su alter ego, y sobre el papel de la mujer. Este libro no denuncia la proliferación de autoras en el mundo editorial, solo hace falta leer la obra para desmontar esa teoría, muestra la cosificación de las mismas por parte la industria editorial, muestra el edadismo que padecen autores alternativos, y muestra también que muchas veces, la literatura, esa inmensa obra que es Estabulario según palabras de editores, es lo de menos. Si a alguien le falta ética, es al mundo que le rodea.
Con un tono irónico y mucho sentido del humor, el lector recorre Hospitalet en bicicleta, baja a los chinos a tomar cervezas y pinchos, y se desespera con las jornadas laborales de trece horas del protagonista, mientras se pregunta si, finalmente, la novela verá la luz. Un viaje a pedales que caricaturiza una industria precaria con una reinvención pendiente y denuncia la corrupción sistémica que, desde tiempos inmemoriales, existe en España a cuentas de las ayudas europeas. La experiencia, que nos hace reflexionar, reir y abochonarnos, preguntándonos por nuestro papel en esta gran farsa. Pero como el protagonista, no nos queda otra, y seguimos bailando.