Hace algunos años, acomplejado por mi pueril preferencia/decantación por las letras norteamericanas, le pregunté a uno de los críticos literarios con mayor pedigrí del país, a qué autor o autora de la literatura española contemporánea debería poner el ojo. Domingo Ródenas no dudó en brindarme el nombre de Sara Mesa. De esto ya hace algunos años, bastante antes del fenómeno Un amor.
La familia es una novela que evita una escalada de oscuridad moral sin sentido respecto de su predecesora; de hecho, podría decirse, en un plano simple, que “no es tan dura”, que no te lastima tanto por dentro. En todo caso, sigue siendo una obra de Sara Mesa; que la permeabilidad de ser novela coral ayude a no violentarte tanto, no quita que no esté cocida en las brasas de una inquietud cuántica.
Los secretos y miserias de una familia se amontonan como en un Mikado, donde la base, creada por el patriarca, es tan inexpugnable como endeble. Y como ya es bien sabido, no hay peor cuña que la del mismo palo.