Una novela que juega a dos velocidades, por un lado, la del lector, que, en principio, quiere ir degustando sin prisa, una historia que busca redimir a su cronista; por el otro, la del protagonista, Leo Fife, que frente a unos documentalistas conocidos, pero sobre todo ante la atenta escucha de su mujer, quiere despojarse de todas sus verdades en la que intuye su última jornada en este mundo (padece un cáncer en estado terminal). En este pretendido testamento vital, que se precipita a trompicones, comenzamos a intuir que abunda cierta neblina; Fife apenas puede pensar con claridad debido a los fuertes fármacos que lleva tiempo tomando… hay inconexiones propias de las novelas que juegan la carta del siempre interesante narrador no fiable. Además, el relato se ve frecuentemente interrumpido, por lo que sucede en la sala donde se está grabando… Por esta razón, el tesón por conseguir cerrar su propia crónica acaba erigiéndose en algo tan epopéyico, como casi grotesco.
Hacía tiempo que no leía nada de Russell Banks, la única novela suya a la que había hincado el diente anteriormente fue la “La ley del hueso”, a la que le tengo especial cariño. “Los abandonos” me ha sorprendido; era una historia que no esperaba encontrar, pero sin ser una novela extraordinaria, es un libro que tiene interés y agallas.