Matrioskas es un libro que habla sobre identidad y lazos sentimentales, siempre en torno a la figura(s) materna(s). Si viésemos esta novela desde la óptica de un experimento, podríamos decir que Marta Carnicero somete estos dos conceptos a un estado de máximo estrés y, por otra parte, se dedica a estudiar su comportamiento en un estadio de reposo simulado. El quid de la cuestión es ver cómo los seísmos creados en la primera fase acaban llegando a la segunda. Trasladado a la ficción, por un lado, somos conducidos a la barbarie de una guerra, donde las mujeres son presas y utilizadas para infligir dolor y humillación, hacia ellas mismas y, así también, como correa de transmisión del mismo dolor y humillación, hacia toda la comunidad a la que pertenecen. En otro plano (también temporal) tenemos a una chica de diecisiete años, que vive en Barcelona, en el seno de una familia con recursos, aunque crece en un entorno donde el equilibrio siempre parece a punto de derrumbarse por un efecto gravitacional, desconocido por ella. Hasta que este efecto acaba por colapsar su realidad y su propia identidad.
A pesar de ser una novela que apela a cuestiones tan hondas y dolorosas, mantiene una frialdad que hace que no te apabulle, sino que te permite fijarte en los detalles que la autora quiere.
Marta Carnicero demuestra que es una estupenda escritora a la que no le asusta meterse en zonas literarias de conflicto.