Coordinador de la crítica: Gerard Altés

Un ejercicio literario soberbio, que maneja un campo gravitacional propio entorno a una danza perseguido-perseguidor, en un México que deriva en un agujero de gusano que cabalga desde el siglo XVI hasta hoy.

A vuelapluma (crítica a bote pronto del Coordinador)

Rango de la novela

Portaviones

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Los títulos que reciban el rango de portaviones son títulos considerados imprescindibles por el coordinador de la crítica. Lo que ahora diríamos un MUST. Son novelas que básicamente ensanchan paradigmas literarios y cuya lectura se quedará grabada a fuego.

Crucero

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Los títulos que reciban el rango de cruceros son títulos que nos han deleitado y que creemos que aportan considerablemente a su campo literario.

Yate

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Los títulos que reciban el rango de yate son títulos que son muy buenas novelas, que aprecias haber leído porque has disfrutado del tiempo compartido y porque te obsequian con detalles muy valorables.

Lancha

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Los títulos que reciban el rango de lancha son títulos a los que, a pesar de que puedan exhibir cierto talento, no aportan demasiado al mundo literario que quieren representar o son intentos fallidos de una idea que seguro que podría haberse desarrollado mejor.

Bote

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Los títulos que reciban el rango de bote son novelas que más bien diríamos que hacen agua

           Coordenadas

Valor Literario

9

Esta coordenada tiene en cuenta el virtuosismo en la escritura y en el uso de herramientas narratológicas que puedan sorprender al lector. Pone la obra en contexto.

Fuerza del argumento

8.5

En esta coordenada se valora únicamente el valor de la historia narrada, aislada de todos los recursos usados por la autora o el autor. 

Variedad de recursos

7

En esta coordenada se valora si el autor hace uso de maquinarias narrativas más tradicionales o, por el contrario, opta por introducir métodos más experimentales como medio para guiarnos a través de la historia.

Oscuridad moral

6

Esta coordenada focaliza la atención en ofreceros detalles sobre hasta qué punto la historia centra su hado en llevarnos por los derroteros más escabrosos y perturbadores de la condición humana. Novelas en las que la violencia ambiental, la sordidez, la vileza… estén al orden del día.

Gómez Bárcena ha escrito un libro con una audaz tentativa de desplegarse por encima del tiempo. Ni siquiera los muertos es una novela sobre una persecución simbólica y a su vez muy real; tan real, que el polvo que guarda cada página parece tan genuino como el que devora la casa de los Joad, al comienzo de las Uvas de la ira. En un comienzo nos lanza al camino con premisas y ropajes que antes habían vestido Conrad y Greene, y con las coplas de Valle Inclán como eco perenne:

Indio mexicano, 
mano en la mano, 
mi fe te digo, 
lo primero es colgar al Encomendero
y después segar el trigo. 
Indio mexicano, mano en la mano,
Dios por testigo.

¡Nos vemos! Por Valle-Inclán (fragmento)

El protagonista, Juan de Toñanes, se postula como uno de los grandes perseguidores de la historia de la narrativa universal. Este castellano, que cruzó el Océano y participó en la Conquista de México, regenta décadas después una taberna que nunca supo estar en el lugar adecuado cuando recibe el encargo del virrey: dar caza a un indio, el Indio Juan. Un indio joven e indómito, que disecciona las escrituras cristianas con la pericia de un guerrero azteca, y que pasa de ser la representación del afán proselitista del clero español en las Indias, a simbolizar el despertar de un pueblo.

En este ejercicio de destreza literaria, la figura de este Indio Juan (tocayo del perseguidor) se va engrandeciendo y endiosándose, a medida que galopa hacía el norte -siempre en esta dirección-, vertiendo esperanzas, recelos y miedo a su paso, hasta el punto de que, su imagen, acaba por transmutarse en un agujero negro con las dimensiones geográficas de todo México. La persecución, a partir de este momento, se da en todos los planos temporales desde el siglo XVI hasta nuestros días, y esta curvatura nos permite entender México como un todo, o desentenderlo en su totalidad. Tal como dijo Javier Reverte sobre Conrad, “un buen escritor no es otra cosa que un perseguidor de sueños, un tipo que quisiera retener el tiempo a caballo de una estupenda peripecia”. Podemos afirmar, entonces, que Gómez Bárcena ya se ha unido a esta caballeriza, con esta valiente novela y es capaz de saber manejar un campo gravitatorio propio, con una danza perseguidor-perseguido, que siempre acaba por difuminar las dos figuras en una.

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