¿Cómo enfrentarse a este libro, un clásico contemporáneo del cuento en castellano? Primero, hay que abstraerse y afrontarlo desprovisto de prejuicios. Pero, desde luego, es un libro singular, único en el mejor sentido.
Lo primero que lo define es su prosa poética. Está repleto de imágenes, el estilo está muy presente y es, francamente, asombroso. Si bien hay relatos de estructura más clásica, hay otros que son puras evocaciones, casi sensoriales. Esto gustará a lectores de poesía y muy literarios, pero puede alejar a lectores ocasionales.
Para mí tiene tres momentos sublimes.
Luego, hacia la mitad del libro está el relato En cualquier lugar del atlas, un relato de cine negro a lo Tizón, bañado en poesía. Es fantástico. Se refiere a un cementerio como un “sembrado de calcio”.
Y, al final del libro, un relato homónimo maravilloso sobre el final de la adolescencia-inocencia y el paso a la adultez. Con Olivia Reyes, recurso literario guadianesco en el libro.
Cuento = rigor técnico + compasión humana.