Estamos frente a la primera novela de Ulloa Donoso (Perú, 1979), tras haber brillado con anteriores antologías de relatos.
Yo maté un perro en Rumanía es una novela sinuosa y singular, no por el uso de mecanismos narrativos encrespados, sino, precisamente, por la simplicidad en que se revelan tantas cosas, con austeridad de elementos, valiéndose, eso sí, de una riqueza verbal esplendorosa. Es un libro que, ante todo, rebosa humanidad.
Se trata de un road trip literario que transita por carreteras del país de los Cárpatos. En él se describe el extraño viaje de un rumano expatriado, que vive y se gana la vida en Noruega, y de la que ha sido su profesora de noruego, una chilena que reside en el país nórdico desde hace algunos lustros y con quien mantiene una relación difícil de delimitar. El viaje tiene por objetivo cerrar varios temas de cariz burocrático-sentimental por parte de él, y esto les lleva a transitar por varias casas de familiares y conocidos entre Rumanía y Moldavia, zonas en las que el exilio económico deja cráteres emocionales palpables.
En paralelo, hay otro vaivén: son las sendas de pensamiento que esgrimen los dos protagonistas. ¿Por qué él le ha pedido que le acompañe en un viaje de un cariz tan íntimo?, ¿la quiere?, ¿hay deseo entre ellos?, ¿hay un intento oscuro de salvación?…
Ella accede a acompañarlo, a pesar o debido a que está sumida en una fase depresiva. Su adicción a los ansiolíticos y a todo aquello que la ayude a rebajar sus dolores vitales nublará sus vivencias y recuerdos, convirtiéndola en una narradora no fiable, a la vez que desinhibida.