El sometimiento al vacío y la falta de entendimiento de la idiosincrasia del mundo rural. El poder del dinero contra las almas libres. Los desahucios rurales y la tierra más allá de la comunidad, como mero generador de beneficios. La salud mental. La forastera, la novela que Olga Merino viste de western neorural, es una historia mucho más moderna de lo que parece, que aborda temas de absoluta pertinencia.
Con una prosa elegante llena de terminología rural, en comunión con la naturaleza, su salvajismo y su belleza, Olga Merino construye una historia de búsqueda y redención en un entorno salpicado de personajes que huyen hacia la soledad, presos de la precariedad y de sus propios demonios.
Angie, la protagonista de esta novela, vuelve al pueblo familiar persiguiendo el rastro de la desdicha y todos los suicidios que la asolan. Busca un porqué, el germen de la fatalidad entre la opaca historia de sus ancestros. Para conseguirlo tendrá que investigar en una comunidad fatigada por las miserias del campo, chismosa hasta reventar y llena de rencillas. Acompañada por sus perros, le esperaba un descenso a lo más oscuro del alma humana.
Merino arriesga con una narradora en presente y un lenguaje poético que va de más a menos en la novela. Sale airosa porque es inteligente en la construcción de la trama, dosificando bien la información. Su novela, parapetándose en los códigos del western (su protagonista vuelve a casa, esconde un trauma amoroso y sufre la amenaza de expulsión de sus propias tierra), es una crítica frontal al abandono administrativo y el capitalismo salvaje, y una destructiva manera de reividincar el valor de lo humano, de la compasión y de la vida comunitaria. No hace falta irse a Texas, para que un western moderno, te explique los desafíos que enfrenta la sociedad rural.